ECS_2016
ECS: crisis management and governance issues

International affairs, Public policy, Communications & Project Management issues from an innovative perspective

Los 10 países del Este que han transitado por el proceso de la adhesión que estudiamos en este breve análisis –Chipre y Malta se les considera, efectivamente, un caso aparte– suman 1.078.000 Km2 y 105 millones de habitantes: se trata de cifras nada desdeñables. La nueva Europa cuenta actualmente con una población de 501.100.000 (1). No obstante, el PIB de los países del Este integrados –han dejado de ser candidatos– solo representa un 5% del PIB de la UE: el PIB per cápita del conjunto de los PECO representa, equiparando la capacidad adquisitiva de las monedas, un 39% de la media comunitaria. Como nos indica Benjamín Bastida (2) en su oportuno estudio, el retraso económico del Este equivale a una generación y la heterogeneidad extrema de esta nueva UE-27, debe afrontar de forma más ágil y en medio de una crisis financiera, que se extiende ya durante cinco años consecutivos, para subsanar la convergencia real como uno de los puntos de apoyo de la construcción paneuropea.




logotipo Croatian National Tourism Board
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Frecuentemente se identifica la ampliación al Este como una cuestión política de gran valor simbólico y bajo interés económico. Cierto es que los ‘beneficios estáticos’ –supresión de distorsiones arancelarias, la posibilidad de explotación de economías de escala y, consecuentemente, optimización de la asignación de recursos…– son especialmente relevantes para los países PECO. No obstante, aún no se ha explotado todo el potencial de los beneficios/ventajas dinámic@s de la integración, que supone ese aprovechamiento del novísimo marco de referencia ligado, entre otros factores, a la reacción positiva de los agentes sociales que nos propone B. Bastida. A partir de la firma del Tratado de Niza (3), surgirán de forma efectiva unas nuevas normas del juego y oportunidades para la iniciativa proactiva y el federalismo creativo y constructivo.


cuadro no.1
cuadro no.1
Admitamos que en términos de comercio exterior la integración ha progresado con extraordinaria agilidad, así como de forma asimétrica: incluye la vinculación creciente de las monedas nacionales al euro, el acercamiento institucional y legal al acervo comunitario y el desarrollo de los flujos comerciales, financieros, productivos o migratorios. Hasta el año 2010 el valor en euros de las exportaciones y los flujos de Inversión Externa Directa (IED) de la UE a los países del Este integrados se ha multiplicado por 5,6% –cuadro no.2– y el de las importaciones por 5,2%. Como resultado de este impulso, los 10 nuevos socios comunitarios se han convertido en el segundo socio comercial de la UE, a gran distancia aún de EEUU. Bulgaria; Eslovaquia; Estonia; Lituania; Letonia y Rumanía cuentan con un porcentaje de crecimiento de PIB hasta 2010 superior al 4% –cuadro no.1, véase especialmente balances de bienes y servicios– y los déficits del PIB de Polonia; Eslovenia; Hungría y R. Checa –oscilan entre 1,9% y 3,9%– se compensan de algún modo con los excedentes generados por su comercio exterior: para Hungría o Estonia sus transacciones comerciales externas con la UE representa más de un 70% del total de su comercio exterior. El stock de inversiones directas comunitarias en los países PECO sigue creciendo desde el 5% como punto de partida referencial, antes de su adhesión (año 2000). Las empresas y consumidores comunitarios también se han beneficiado de unas monedas infravaloradas que han permitido diversificar y abaratar los aprovisionamientos y de unos niveles de remuneración de la fuerza de trabajo sobre los tipos de cambio de mercado, que son los que determinan los costes, las cuentas de resultados de las empresas comunitarias y los precios de los artículos, alcanzando apenas una quinta parte de los costes laborales comunitarios –o un tercio de los españoles.

cuadro no.2
cuadro no.2
La integración económica, pese a los riesgos inmediatos ya surgidos (4), difícilmente podría haberse saldado con mayores beneficios para la UE-27, especialmente para algunos países miembros, como Alemania o Austria, territorios fronterizos con los nuevos socios. Desde la óptica de los países PECO, el saldo de la integración económica ya consolidada presenta perfiles más confusos: priman los resultados positivos en países como Eslovenia; Hungría; Polonia; o la República Checa. Mientras en otros casos puntuales –Bulgaria y Rumanía son los más evidentes– predominan las consecuencias negativas (5). La distribución de la renta e todos los países PECO muestra una clara tendencia al aumento de la desigualdad. En este sentido, muchos organismos internacionales –ej. Banco Mundial, FMI, UNICEF, etc.– muestran numerosos datos muy significativos que confirman que las condiciones de vida de una parte importante de la población de los países del Este se han degradado en los últimos años de manera evidente –véase cuadro no.4 (6). No obstante, ese deterioro de las condiciones de vida no ha impedido que las reformas sigan su curso vital. Con intensidad, nuevamente desigual, algunos países han aprovechado la mayor vinculación con las economías comunitarias para renovar y modernizar partes significativas de su aparato productivo; obtener financiación externa suplementaria; aumentar sus ventas al exterior; maximizar y diversificar la oferta de bienes de consumo en sus mercados nacionales y conseguir un crecimiento económico que ha beneficiado a una parte importante de su población activa. En otros países, en cambio, la integración ha agravado la destrucción de su tejido industrial y el empeoramiento de las condiciones de vida / trabajo de la mayoría, mientras que los progresos estabilizadores parecen demasiado precarios y la especialización productiva sigue siendo muy similar a la que predominaba en los sistemas tipo postsoviético. Nos parece vital evitar consolidar los ‘dos tipos de regiones subdesarrolladas’ que nos anticipan algunos analistas –ej. B. Bastida–, con la consiguiente integración final de los PECO en la buhardillas de la UE-27; apostando por la modernización industrial, en lugar de permitir que algunos países del Esta sufran el riesgo de fondo de atravesar por un proceso irreversible de desindustrialización.

cuadro no.3
cuadro no.3
Hemos de destacar, como reflexión conclusiva, que el reto de la ampliación consiste en aprovechar los beneficios potenciales y convertir los riegos en oportunidades: la gestión eficaz de la crisis prolongada que nos continúa acechando; la eclosión de un nuevo orden europeo que lidere la geopolítica y el mercado global. Desde la propia Declaración Schuman –‘Europa no se hará de golpe ni será una construcción de conjunto’– resultaba evidente que el proyecto europeo requeriría de bastante tiempo y una buena dosis de ese término afín a la cultura anglosajona, ‘stamina’ –aguante / resistencia–, para consolidarse ya que, en último extremo, nos encontramos frente a un proceso continuado de adhesión de nuevos socios e implementación de nuevas entidades; una sedimentación que solo un tiempo prudente podría lograr. La frase tan común como falsamente atribuida a Monnet, ‘Si volviera a comenzar, lo haría por la cultura’, muestra el reflejo de la profundidad y, por tanto, cierta lentitud de los cambios requeridos para que la integración de la UE-27, en breve UE-28, cristalice. En consecuencia, los que abogamos por una Europa extrovertida y expandiendo sus fronteras hacia fuera, no lo hacemos desde una agenda intervencionista, como si pese a la crisis financiera tan acuciante y aparentemente contagiosa que se aferra a este presente corrosivo los europeos hubiéramos comenzado a desarrollar ansias de poder internacional. Más bien al contrario, lo hacemos desde el convencimiento, con más o menos espíritu europeísta, de que el tiempo ha dejado de jugar a favor de la Unión Europea, tanto política como históricamente: lo cual constata que el sentarse a esperar o aislarse del mundo no es una opción válida, si lo que quiere la UE-27 es fortalecer sus valores y su modelo, bien dentro del contexto geopolítico de los miembros de la UE ya consolidados, los nuevos socios, como los próximos socios que en un futuro se adhesionarán: ¡bienvenida Croacia!

cuadro no.4
cuadro no.4
Notas bibliográficas

(1) GASPARD, Michael (abril 2001): L’intégration des PECO. Scénario pour l’avenir, Le courrier des pays de L’Est, no. 1014, Bruselas.
(2) BASTIDA, Benjamín (2002): La Ampliación de la Unión Europea hacia los Países del Este, Revista electrónica Papeles del Este. No. 2, pp. 1-15 | http://www.ucm.es/BUCM/cee/papeles/02/07.pdf.
(3) Tratado de Niza: entró en vigor el 1 de febrero de 2003. | Véase CALDUCH CERVERA, Rafael (20-21.09.2001): ‘El Tratado de Niza no sólo ha regulado la futura composición de las diversas instituciones europeas de acuerdo con la ampliación a los doce futuros miembros, sino que también ha tenido que abordar el delicado problema de los procesos de decisión interinstitucional y la ampliación de los temas sometidos a la regla de la mayoría, todo ello en un marco general de riguroso respeto al entendimiento franco-alemán como fundamento político del proceso de integración’, p. 49. Véase también Tratado de Niza. Texto provisional aprobado por la Conferencia Intergubernamental sobre la reforma institucional- SN 533/00 ES, tabla temática no. 6.
(4) BASTIDA, Benjamín (2002 – apunte bibliográfico no. 19): estos son 1) Los déficits estructurales en la balanza que siguen constituyendo un riesgo para la estabilidad macroeconómica; 2) La insuficiencia presupuestaria de los gobiernos miembros para afrontar la ampliación; y 3) La cohesión insuficiente que ya ha doblado el gap entre países como Alemania y Rumanía.
(5) Véase LUEGO, F. y FLORES, G. (2001): Cambio estructural y transformación industrial en los países poscomunistas de Europa central y oriental. Revista electrónica ‘Papeles del Este. Transiciones poscomunistas’. No.1.
(6) Los costes sociales de la transformación sistémica pueden sintetizarse en un dato escalofriante: la población que vive por debajo del umbral de la pobreza (menos de 4 US$/diarios por persona) se ha multiplicado por 12, pasando de 14 a 168 millones. Los países pobres son actualmente mayoría entre aquellos que pertenecían al antiguo Bloque Soviético. Aunque con una distribución muy desigual: en la mayoría de los países de la antigua URSS superan el 50% de la población total; en Polonia / los Balcanes / los países Bálticos suponen entre un 13%-46%. Mientras que en el resto de la Europa Central apenas alcanza un 1%-2%. Véase cuadro no.4, Anexos.

Posted by Christopher Oscar de Andrés, on Friday, June 14th 2013 at 06:17 | Comments (0)

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