La clara victoria de Hugo Chávez en las elecciones presidenciales venezolanas, pese a todo, plantea un horizonte de incertidumbre que resulta necesario abordar... En primer lugar, por la propia cuestión de su enfermedad. Aunque su apariencia física ha mejorado en los últimos tiempos, queda reciente su discurso de inicios de abril 2012 en Barinas cuando, en un acto litúrgico, le pedía a Dios más tiempo de vida. Lejos de especulaciones perversas, lo cierto es que si empeorase su estado de salud y no pudiera ejercer su función de dirigir la acción de gobierno, el artículo 233 de la actual Constitución venezolana prevé la concurrencia de nuevos comicios.
						 Ello, pudiera conducir a una tesitura compleja en la medida que la figura del Vicepresidente Ejecutivo no tiene capacidad para finalizar el mandato. Dado el liderazgo personalista de Chávez sobre el proyecto bolivariano, su ausencia podría agitar una polaridad social que sigue existiendo, dados los resultados electorales de ayer,  y que podría espolear la figura de un Henrique Capriles que hasta el momento ha sido la mayor “amenaza” al gobierno chavista. Así, la única alternativa a ello sería la de modificar la Constitución, dada la mayoría en la Asamblea Nacional, en pos de habilitar al Vicepresidente a finalizar el sexenio de gobierno.
					 
					 
					 
Aún con la derrota, la figura de Capriles incorpora una serie de elementos diferenciales que deben ser tenidos en cuenta por un resultado electoral que pone de manifiesto una sociedad que continúa erigida en torno al binomio chavismo / antichavismo. Su juventud, su distanciamiento hacia la vieja clase política venezolana de la IV República, su proximidad al electorado –con una campaña maratoniana al estilo Chávez a lo largo de toda la geografía venezolana– y su carácter socialdemócrata, son elementos novedosos que si bien, por un lado, obligarán al chavismo a tener que buscar nuevos instrumentos discursivos frente a la oposición; por otro, representan los valores de una oposición joven, renovada, donde el componente más puramente social deja de ser patrimonio exclusivo del proyecto bolivariano.
				 Aún con la derrota, la figura de Capriles incorpora una serie de elementos diferenciales que deben ser tenidos en cuenta por un resultado electoral que pone de manifiesto una sociedad que continúa erigida en torno al binomio chavismo / antichavismo. Su juventud, su distanciamiento hacia la vieja clase política venezolana de la IV República, su proximidad al electorado –con una campaña maratoniana al estilo Chávez a lo largo de toda la geografía venezolana– y su carácter socialdemócrata, son elementos novedosos que si bien, por un lado, obligarán al chavismo a tener que buscar nuevos instrumentos discursivos frente a la oposición; por otro, representan los valores de una oposición joven, renovada, donde el componente más puramente social deja de ser patrimonio exclusivo del proyecto bolivariano.
				 
						 Además, se nutre de las debilidades de un sistema que si bien ha llevado consigo un componente social para con los más desfavorecidos, por otro lado, no ha resuelto su profunda debilidad institucional, puesta de manifiesto por la inseguridad, la deficitaria administración de justicia, la corrupción, la impunidad, el desempleo o la precariedad de servicios sociales en buena parte del país. Todo lo anterior exigirá al Gobierno de Chávez de unos esfuerzos que deben ser prioritarios o de lo contrario, conducirán a un mayor grado de crispación en el electorado venezolano.
					 
					 
					 
Más allá de los vientos de incertidumbre que acompañan a Chávez, su victoria electoral de ayer debe interpretarse como un respaldo popular a su proyecto político, pero también como un punto de inflexión para un modelo que necesita repensar su labor de gobierno en términos de mayor inclusión, de fortalecimiento institucional del Estado de Derecho y de un sentido de ciudadanía que, en buena parte de sus elementos sustanciales, siguen sin convencer a casi la mitad de la sociedad venezolana.
					 
					 
					 
					 
				 Más allá de los vientos de incertidumbre que acompañan a Chávez, su victoria electoral de ayer debe interpretarse como un respaldo popular a su proyecto político, pero también como un punto de inflexión para un modelo que necesita repensar su labor de gobierno en términos de mayor inclusión, de fortalecimiento institucional del Estado de Derecho y de un sentido de ciudadanía que, en buena parte de sus elementos sustanciales, siguen sin convencer a casi la mitad de la sociedad venezolana.
						 Dr. Jerónimo Ríos es Analista Político e Investigador en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, España.
					 
					 
					 
				 
				 Posted by Dr. Jerónimo Ríos , on Monday, October 15th 2012 at 08:37
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